En política nada de lo que ocurre es una simple casualidad y, mucho menos, designios del destino. Al contrario, cada acción que se ejecuta siempre es causa de una planificación previa, claro, otro asunto es si lo calculado resulta bueno o malo. El régimen chavista en dos décadas de oprobio, demostró que no da puntadas sin el dedal oportuno, algo que fue y es, su fortaleza política más notable. Sin embargo, a pesar de que siempre “planifica”, la improvisación constante y chambona hace que cometa errores que, a la larga, les serán difícil de remediar. Las violaciones de DDHH, la corrupción campante, los vínculos criminales, etc, son equivocaciones severas dentro del mundo democrático; los pagará y pronto.

En las últimas semanas Miraflores se ha movido intensamente en el terreno internacional, visto que desde hace tres años su política externa ramplona y hamponil se estancó abruptamente. Mientras las sanciones y las órdenes de captura con recompensas incluidas siguen en los sistemas aeroportuarios, Maduro con su tropa deben viajar por “trochas aéreas” que le brinden seguridad. La llegada a la cumbre de la COP27 en Egipto, es muestra de que necesita reconocimiento del mundo. Con la bandera cínica de por medio, llega a la cumbre de medio ambiente con un discurso cargado de mentiras e imprecisiones, que no resisten las imágenes de la destrucción que hacen con el arco minero.

No es certero el pensar que el régimen haya logrado reconocimiento político en este viaje, como lo afirma el País de España a mano del colega Juan Diego quesada. La verdad, es que Maduro viaja casi a escondidas para tratar resolver a propia mano, su precaria y casi nula posición internacional. Es poco acertado decir que recibió reconocimiento como gobierno democrático, sobre todo, cuando tuvo que armar una “emboscada” -casi de enamorado de pueblo- en un pasillo, para cruzar cuatro palabras con el presidente de Francia. El único reconocimiento que se le da a Maduro, es que encabeza un régimen dictatorial con el que se debe negociar.

A muchos extraña la participación activa que tiene Francia desde hace varios meses y días en el asunto Venezuela. Si existe un gobierno después de EEUU, que conoce bien lo que ocurre bajo el yugo dictatorial rojo, es el gobierno de Macron. Hay que recordar que, además de ser el representante de la UE, tiene a un embajador que conoce al país por los cuatros costados. Más allá de eso, el mundo occidental está en alerta máxima gracias a los despropósitos de Rusia, Irán, China y Corea del Norte, naciones que tiene en común la alianza con el régimen. De allí el interés de poder resolver de una vez por todas, el proceso de negociación estancado.

El costo de la emboscada camionera no salió como se esperaba. Francia en una movida digna de alta política, sienta en la misma mesa al presidente de Argentina, Colombia, Jorge Rodríguez y a Gerardo Blyde, con el propósito concretar y presionar al régimen para que negocie sin más demora unas elecciones presidenciales creíbles. Como era de esperar, la reunión en Paris no debió dar los resultados, porque de inmediato la UE renueva las sanciones hasta fines del 2023; ¡Oh la la! así es la política, nada es casualidad. Otro ejemplo, de que Maduro no logró reconocimiento alguno con su viaje furtivo a Egipto.

Mientras el ámbito internacional se mueve con su dinámica propia, internamente Miraflores tiene que lidiar con el gran lobo que le aúlla en la cueva, el presidente interino. Guaidó sigue recorriendo el país sin importar ataques del mismo G4 y del chavismo rojiazul. Por vez primera, el régimen tiene que enfrentar dos terrenos en desventaja, el internacional y el nacional. Cierto, tiene el poder burocrático del Estado y de las armas, pero eso no alcanza para detener lo que, a ojos vista, parece ser algo irremediable. La candidatura del presidente interino cobra fuerza y apoyo en cada región; ¡Oh la la!

 

Miguel Peña
@miguepeg

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