El buen benefactor

 


Desde su intentona golpista, Chávez tuvo clara la estrategia que le permitiría eternizarse en el poder. A pesar de su rotundo fracaso en el 92, entendió cuál era el lado débil de la sociedad venezolana y por donde debía empezar a consolidar, una de las dictaduras más despiadadas, corruptas y despreciables de la que se tenga registro en Latinoamérica. Destruir las instituciones pilares de la democracia y del estado de derecho, es la base fundacional de un sistema de “gobierno” que se dedicó en el tiempo a construir sobre mentiras en gerundio, una estructura infernal de la que nadie se pudo escapar. Lastimosamente, el objetivo chavista se logró.

La táctica fue simple, quebrarles las piernas a cada institución para luego ofrecerle como "regalo" las muletas que les ayudarían a levantarse. Con falsos discursos de inclusión y de querer mejorar lo establecido en cuatro décadas de democracia, el régimen se apropió a través de la represión, la violencia y el chantaje característico de las mafias, de todo aquello que daba vida republicana a la nación. Inicio con el eslabón social y político más débil: las FAN. Negocios, ascensos no merecidos, purgas, dinero, etc., permitió al chavismo no solo sepultar el respetado pensamiento militar, sino apropiarse del poder de fuego; algo que le ayudó a eliminar cualquier voz disidente a su plan establecido.

El engaño del “buen benefactor” se mantiene, claro, con estrategias más directas y menos “diplomáticas” a la hora de ejecutarlas, pero al final con el mismo resultado. Esto queda en evidencia con la compra de políticos (alacranes) y la negociación con la dirigencia mañosa del G3, con el propósito de implosionar el mejor golpe que se la ha dado al régimen desde su llegada: la AN electa en el 2015. Nadie está exento de ser perseguido por la vorágine roja y, en el mejor de los casos, de ser chantajeado sin consecuencias fatales. Las imágenes de la rectora de la Universidad de Carabobo mostrándose de plácemes con la cúpula dura del régimen, evidencia, además del lamentable y triste papel de la rectora, como es el proceso de lapidación pública del S.XXI; sin paredón ni armas.

Bajo esa fétida sombra roja se encuentran las primarias opositoras. Sabiendo de la debilidad mental del ciudadano y de los políticos, el régimen procura desacreditar el evento electoral que definirá quien será el representante que, por votación popular y no por aclamación, enfrentará a Maduro en las presidenciales. Encuestadoras al servicio de Miraflores, inician la retórica mediática de posicionar en las preferencias de la ciudadanía opositora, a ciertos candidatos rocambolescos. Luego, dirigentes del G3 y de la comisión nacional de primarias declaran y debaten públicamente, la participación o no del “cne”, prestándose a fomentar el rumor de que la oficina electoral del PSUV será el garante de las primarias.

No existe el buen benefactor, mucho menos en política. Eso debe quedar claro para quienes creen que ahora son amigos de Maduro y su séquito. En cualquier momento los bajan de un avión y le quitan el pasaporte o le expropian una empresa; así de simple. Para el oficialismo es imperativo envenenar el proceso de Primarias, es un asunto casi existencial dentro del PSUV. Esta desesperación roja, debe llamar a la reflexión no solo a la dirigencia, también, al venezolano opositor quien tiene que asumir como suya la elección del candidato presidencial, a fin de cuentas, este es un proceso social en el que, una vez más, nos jugamos a rosalinda la vida democrática del país.

Miguel Peña


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