Pan para hoy, hambre para mañana


La política venezolana siempre se caracterizó por tener cierto grado de populismo, a fin de cuentas, eso es un mal que se observa en cualquier parte del mundo. No existe regla específica sobre si es correcto o no que un dirigente, candidato o funcionario público aplique en algunos momentos, estrategias populistas con un objetivo puntual. El problema surge, cuando se establece como eje central de gestiones de gobierno o de candidaturas, estas medidas de corte narodnistas que nada más persiguen aglutinar las simpatías de los votantes por vías expeditas. Es una manera sencilla de explayar planes económicos y sociales sin tener que dar muchas explicaciones.

La llegada de Chávez al poder elevó el populismo a su máxima expresión. Desde el 98, el país se convirtió en una suerte de gran Coliseo Romano donde el pulgar del “emperador” complacía la histeria colectiva. Ese bochornoso espectáculo público, mostró inmensas cantidades de pulgares abajo que pedían sangre y sacrificar sin contemplación los cuarenta años de democracia. Lo peor, es que el circo de venganza no solo provenía de la gente común, sino de empresarios, periodistas, medios de comunicación, etc. quienes, desde el palco imperial, aclamaban y aplaudían cada sacrificio institucional de la república. Mediocres que pensaban que controlaban al Nerón de turno.  


Al tener como modelaje al gran histrión de Sabaneta, era de esperar que el lado opositor copiara al carbón las peores y más ramplonas maneras chavistas de hacer política. Al parecer, no vale la pena diferenciarse de lo que se critica del régimen, resulta más lucrativo –electoralmente hablando- ofrecer villas y castillas que, al final, son ranchos con techos y paredes de cartón. Ese esa es la transformación tragicómica de ciertos representantes de la oposición; sin hablar de los mercaderes de la política. Vemos como los partidos del G3 se denigran una y otra vez, con tal de seguir con el statu quo que otorga la desgracia nacional. Populistas sin serlo, porque no tienen sintonía con lo que quiere el pueblo y, mucho menos, con sus necesidades. 


El país encaminado cada vez más hacia una distopía total. Mientras la policía del “presidente obrero” reprime protestas de trabajadores que exigen salarios dignos, los “filósofos” del G3 se preocupan más por tomarse la selfie con la viejita del barrio y con el señor de la pulpería. Saltan las alarmas cuando se evidencia que no existen diferencias entre dirigentes con “carreras políticas medianamente decentes” y humoristas devenidos a candidatos. ¿Qué diferencia puede haber entre ofrecer un salario de 400$ o cargar dos bombonas de gas por las calles? El micrófono y las cámaras aguanta todo, por ello, cada quien anda desesperado de conseguir sus 8 segundos de fama y recitar su: “por ahora”. 


La oposición minada de populistas de medio pelo que solo se conforman con el rol de imitadores. El gran logro fue saltarse, a lo chavista, la constitución y defenestrar al GI para montar a su títere. Ciertamente, causa indignación que EE.UU. haya liberado algunos fondos a la AN2015, sin embargo, si se analiza un poco más esa medida, entenderemos que la directiva parlamentaria del G3 tiene un papa caliente entre manos. Es decir, ahora esta directiva que andaba de vacaciones ibéricas y que no tiene capacidad de gestión pública, tendrá que administrar esos recursos bajo el control de la comunidad internacional. La pregunta para los populistas de turno no es que piensan de Cuba, sino que opinan de Maduro. El Político que regala panes hoy, será la desgracia del mañana. 


Miguel Peña G.

@miguepeg

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