Esquivar el QR
Con la proximidad del 22O era de suponer que la coalición que “gobierna” tendría un sofocón. No solo la decisión irrestricta de la ciudadanía y los candidatos de realizar la elección asusta a Miraflores, también las distintas encuestas y sondeos de opinión hacen mella en quienes luchan por permanecer en el poder para siempre. El régimen desesperado busca por todos los medios, ensordecer el descontento colectivo que se presenta en cualquier estrato social y profesional del país. Como es costumbre en las dictaduras bananeras y, la chavista no es la excepción, deben demostrar fortaleza a través del eslabón más débil, en este caso, el sector educativo.
Mientras el país pierde la batalla frente el alto costo, la corrupción desmedida y una devaluación inmisericorde, los gremios de empleados públicos hacen sonar sus cornetas de descontento por mejoras saláriales y seguridad social. Por supuesto, el reclamo más incisivo es el de los maestros que, cansados de los embates de unos salarios miserables, exigen al régimen que mejore la situación del magisterio. En una dictadura es imposible que alguien tenga derechos, razón por la que Maduro responde con militarizar los centros educativos y, no conforme con esa atrocidad constitucional, aplica la estigmatización social de los maestros a través de un vulgar código QR que le permita, además de controlar, hacer gala de su puño de hierro.
El régimen no tiene empatía hacia nada que lo adverse, así queda reflejado en las patéticas y cínicas declaraciones de la encargada de la educación nacional –no puede ser llamada ministra-. El chantaje que se cierne en contra de los maestros va más allá de las exigencias salariales, el PSUV quiere controlar desde ya la data electoral para el 2024, visto que su estrategia clientelar se desmorona, por no decir que está extinta. El monitoreo que se ejerce a través del carnet de la patria ya no surte el efecto lectoral deseado, visto que la gente despertó de su anestesia social al conocer las descaradas muestras de opulencia de los grandes jerarcas rojos, por ello, pretenden ejercer control total in situ.
Como no pueden aplicar un código QR a toda la nación, en Miraflores deciden que la mejor forma de contener lo que se les viene en las Primarias y las presidenciales del próximo año, es crear un plan de violencia y amedrentamiento organizado por grupos de choque al que se les bautiza con un nombre distinto al de círculos bolivarianos: “unidades populares de paz”. No son más que fanfarronerías de quien se siente perdido, sin embargo, a medida que va en aumento el desprecio y el descontento general, el régimen no escatimará ningún esfuerzo para no dejar el poder. Aquí no habrá negociación posible, así lo demuestran con cada acción que inician.
El chavismo nos quiere al son de un QR tatuado en la piel, solo le falta marcar a cada ciudadano como lo hizo Hitler en la Alemania Nazi. Amén del accionar antidemocrático de Maduro y compañía, sorprende la actitud de políticos como Manuel Rosales, que se presten al juego perverso que la coalición de poder ejecuta. Todo político “opositor” que quiera desprestigiar las Primarias se crea por sí solo, una nube de sospecha que le será difícil quitarse de encima. El régimen entra en guerra y lo hace en varios frentes, pues necesita opacar la emoción colectiva que ha provocado las Primarias en los venezolanos. Ataques a Juan Guaidó con mentiras sobre CITGO, el control a los maestros, el "rebautizo" de las bandas armadas, etc., forman parte del mismo plan. Ante la aplicación del QR masivo, nada más queda hacerles la señal de costumbre; usted ya sabe cuál es.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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