De simulacro en simulacro
Desde el año 98 Venezuela vive en una eterna mentira, en una especie de distorsión de la realidad. Distorsión inducida y que ha trastocado hasta los símbolos patrios. Sencillamente, cada desmán, violación de la constitución y cualquier payasada se adereza con la palabra simulacro que, sin dudas, es la definición más acorde para etiquetar al chavismo en sus dos décadas de mandato. Es como si de la noche a la mañana los bufones del reino tomaron el poder, obligando a propios y extraños a presenciar sus maromas absurdas; fuera de tiempo y tono.
No existe tema ni materia de gestión pública en la que la nefasta coalición que rige el destino del país quede retratada. Por activa y pasiva, los dos mandatos del régimen chavista dejan rastros negativos y vengativos, en todo lo que tiene que ver con la prosperidad y bienestar de los venezolanos. Las situaciones sociales, políticas y constitucionales provocadas en nombre de una falsa ideología, han empujado sin freno a la república a ser la protagonista principal de una tragicomedia ramplona que no distingue sexo, edad ni condición social. El venezolano, sector o institución que piense que la mejor manera de subsistir es aliándose a la dictadura se equivoca en un 100%.
Simulacro es parte del neolenguaje rojo. En cada invento de establecer una verdad a imagen y semejanza de sus pretensiones, siempre sale esta palabra a relucir como si bautizar cada tropelía que se les ocurre con ese nombre de pila escondiera la improvisación, la falta de experticia y las pocas intenciones de mejorar la calidad de vida del ciudadano. Con la compra y expropiación de medios simulan libertad de expresión, montaron otra central de trabajadores, se apoderan de FEDECAMARAS, roban los partidos políticos y, hasta las universidades último bastión en caer, pasaron de ser autónomas para estar en el más abyecto servilismo institucional.
Fabrican un simulacro de nación, ese que buscan vender ante la opinión pública. Regalan el Esequibo a Guyana y ahora se dan golpes de pecho por recuperar una zona que, por su desidia diplomática, se perderá ante la justicia internacional. La ejemplificación de inoperancia y trampa se demuestra en un simulacro de votación que no arrojó resultados, sino las mismas ambigüedades acostumbradas del poder electoral. Extensión de horario de votación, operación remolque, en fin, ya ni vale la pena señalar las irregularidades, usted querido lector, sabe el final de ese cuento. Previsibles y cansinos, eso será lo que al final termine con el régimen.
Las Primarias obliga a Miraflores a realizar quizás, su último simulacro. El hartazgo ha pasado de rabia a la más fuerte convicción de sacarlos a través del voto. Nadie les cree, ningún gobierno democrático confía o hace negocio con una casta que se dedicó a robar. Hasta sus aliados más notables, comienzan a voltear la mirada hacia Guyana, pues si sale favorecida en el juicio por el Esequibo, las proyecciones de negocio energético son infinitas. De simulacro en simulacro se proponen seguir con la misión resentida de destruir al país, queda en los venezolanos frenar de una vez y para siempre, esta pantomima llamada chavismo.
Miguel Peña
@miguepeg
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