María Corina a dos bandas

 

  

En medio de un escenario político convulso, las elecciones presidenciales se han convertido en un tema de gran controversia y expectación. El régimen se encuentra en estado emergencia social, visto que cada día el apoyo de la gente se transformado en repulsión. La candidatura de María Corina, luego de las Primarias, ha sido el epicentro de una compleja trama que ha sacudido el panorama político del país. 

María Corina se enfrenta a un obstáculo de gran magnitud: su inhabilitación para participar en las presidenciales. La decisión arbitraria e ilegal del “cne” de no permitir la candidatura, retrasar el cronograma electoral e inhabilitar a los posibles candidatos sustitutos, ha desatado una ola de críticas internacionales y levanta más las sospechas de fraude que se gesta desde hace meses. 


María Corina ha generado una profunda división en la oposición venezolana, bueno, más bien desenmascaró a muchos chavistas de closet. El régimen en un claro acto de persecución política busca silenciar la voz y neutralizar la influencia creciente de la candidata en la conciencia electoral del ciudadano. Mientras los números del chavismo siguen en picada, sectores de la oposición y los alacranes de costumbre, se prestan para el juego perverso del régimen. Crtitican a la ganadora de las primarias, alegando diferencias estratégicas y acusándola de debilitar la unidad opositora porque no nombra a un sustituto. 

 

María Corina lucha a dos bandas, o mejor dicho contra dos bandas. Se encuentra en el epicentro de una red de intrigas y traiciones que amenazan con fracturar aún más la unidad; ya de por sí fragmentada. Las acusaciones de traición y deslealtad se entrelazan en un juego político donde los intereses personales y de algunos grupos, parecen primar sobre el bienestar colectivo y el objetivo común de restaurar la democracia en Venezuela. 

 

En este contexto enrarecido y previsible, las presidenciales en Venezuela se presentan como un desafío no solo para MCM y la Unidad partidista, sino también para la sociedad en su conjunto. La necesidad de construir puentes y superar las divisiones internas se vuelve imperativa si se aspira a una transición democrática pacífica y sostenible. 


Las elecciones presidenciales no solo son un ejercicio de democracia formal, sino también es la oportunidad de recobrar la institucionalidad. Es el momento de dar junto a la candidata un paso al frente. Es menester frenar la destrucción masiva que hemos atravesado desde la llegada fatídica del chavismo al poder. La exclusión de María Corina y la intriga política que la rodea son solo síntomas de una realidad más amplia y compleja que requiere ser abordada con precisión, valentía y voluntad de consenso. 

 

Miguel Peña 

@miguepeg 

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